Ese maldito estrés

Trabajo y salud

Cerca del 30 por ciento de los empleados sufre el síndrome de burnout, que se manifiesta a través del cansancio extremo

Domingo 9 de diciembre de 2007 | Publicado en la Edición impresa 

No como el fuego ni el sol, pero el estrés también quema. Ocurre que cuando de ser una respuesta apropiada del organismo se convierte en un padecimiento constante, el estrés puede devenir en un agotamiento físico y emocional tan intenso que deja a la persona como calcinada. Especialmente en esta época del año. 

El síndrome de burnout (o del quemado) es una patología que, en 1974, el psiquiatra norteamericano Herbert Freudenberger comenzó a advertir en trabajadores de la salud y que hoy se percibe en más y más ámbitos laborales. 

Los entrevistados coinciden en que en efecto rebote también impacta en la productividad de las organizaciones: equivocaciones, ausentismo, riesgos de accidentes y costos legales, entre otras consecuencias. 

"El mundo actual con sus características de poca contención social, inseguridad, incertidumbre, de escaso cuidado desde las instituciones y las organizaciones hacia las personas, es una precondición para que aparezca este problema", se lamenta Isabel Pérez Jáuregui, profesora e investigadora universitaria, psicoterapeuta, analista organizacional y autora del libro Estrés laboral y síndrome de burnout 

Sufrimiento y sinsentido en el trabajo. Como la gota que horada la piedra, se trata de un proceso de estrés (trastorno de adaptación) crónico en el que se van perdiendo progresivamente las capacidades laborales y competencias personales -para responder adecuadamente a las exigencias del trabajo- hasta concluir en la sensación de desgaste total. 

"La despersonalización (el trabajador pierde el compromiso personal con la tarea y la hace de manera automática -como se ve en la película Tiempos modernos ; la desensibilización emocional (la persona no reacciona emocionalmente en forma adecuada, pierde capacidad de empatía emocional para con los otros), y la disminución de la capacidad de iniciativa, junto a la sensación de bajo logro personal, son las tres características principales", detalla Daniel López Rosetti, cardiólogo, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés y autor de varios libros sobre el tema. 

"Las personas tienen muchas formas de manifestar el agotamiento profesional. Como la angustia y sus equivalentes físicos: palpitaciones, sensación de falta de aire o de tener una pelota en el estómago, sudoración en las manos, trastornos del sueño, fatiga aumentada -ya poco trabajo agota-, cefaleas, etcétera", explica Gustavo Kasparas, médico especialista en psiquiatría y psicología médica. 

Y suma otros signos habituales: "Irritabilidad, cinismo, desinterés, intolerancia en el trato interpersonal; tendencia a los olvidos, a los accidentes, a las equivocaciones, falta de concentración. Además de un descuido personal y social y una gran sensación de desesperanza". 

Hacia la depresión 

De allí a la depresión hay un atajo. "Hay personas que terminan sintiendo que su proyecto de vida se vació de sentido. Y si esto avanza puede conducir a situaciones de salud irreversibles, con riesgos de muerte, tendencias al suicidio, consumo de drogas, de alcohol, etcétera", advierte Pérez Jáuregui. 

Si bien existen algunas variables físicas y psicológicas que, a igual ambiente laboral y carga de trabajo, predisponen a padecer el síndrome más a unos que a otros, generalmente, suele presentarse en personas altamente motivadas hacia su trabajo y con gran vocación de servicio. 

Y donde más se advierte es en ocupaciones relacionadas con la asistencia y el cuidado de las personas y en puestos donde se tiene gente a cargo. 

Eso sí, las mujeres, con su doble carga de trabajo laboral y familiar, son un blanco más que posible. "Pero al mismo tiempo tenemos una característica que nos ayuda frente a eso y es que por lo general tendemos a hablarlo más y a tener más en cuenta los sentimientos. En cambio, los hombres suelen sufrir en silencio", dice Isabel Pérez Jáuregui. 

Desde la empresa 

Pero más allá de las características personales, también hay otras que obviamente favorecen la propagación del estrés. Suelen ser, según Kasparas, "fallas en la comunicación de la organización o en el equipo de trabajo, sobrecarga de tareas, roles indefinidos, autoridad excesiva o insuficiente. Así como la escasez de tiempo, de recursos materiales, la falta de reconocimiento profesional por parte de colegas y superiores, bajas posibilidades de crecimiento profesional o de ascenso laboral, una remuneración inadecuada, y obviamente el acoso moral, que está a la orden del día". 

Así, si sentir fatiga laboral a esta altura del año puede ser moneda corriente, cuando el cansancio revela en un período prolongado constantes síntomas físicos, intelectuales y emocionales, que muchas veces se asumen como naturales para los tiempos que corren, debe encenderse la luz de alarma. 

"Es preciso estar alerta, saber que este síndrome existe y escuchar los síntomas -recomienda López Rosetti-. El cuerpo al principio nos susurra, luego nos habla y al final termina gritando. Entonces, hay que ser consciente de los mensajes físicos y emocionales para tratarlos a tiempo. Cuando uno dice estoy perdiendo la memoria, ya no tengo ganas de ir a jugar al fútbol los jueves o no tengo la creatividad de hace dos años algo está pasando." 

Autor: Raquel Saralegui 



En crecimiento 

Cerca del 30 por ciento de los empleados sufren de síndrome de burnout. El dato surge de un estudio de investigación realizado por la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés (Sames) entre más de 600 empresas de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. 

“Dentro del universo que resultó positivo, encontramos personas con distintos grados de síndrome de burnout, algunas de ellas con mayores manifestaciones que otras”, precisa Daniel López Rossetti, titular de la Sames. 

Tareas que deben cumplirse en un tiempo determinado y situaciones fuera de control favorecen el estrés laboral. Entonces, si de ranking se trata, existen algunas actividades más expuestas que otras. Encabezan la lista los médicos emergentólogos, bomberos, policías, choferes de ambulancias, periodistas y controladores de tránsito aéreo. También se suman aquellos trabajos que tienen objetivos mensurables, a veces casi imposibles de cumplir, como los ejecutivos de ventas. 

Según precisó López Rossetti, hay dos maneras de llegar a un diagnóstico: por un lado, la historia clínica, que surge de la entrevista con el paciente, y por otro, la realización de distintos tests psicológicos. 

Lo cierto es que el estrés laboral ganó en los últimos años un mayor protagonismo. “Hay cada vez más personas que lo padecen porque los requerimientos competitivos cada día son mayores”, precisa el profesional. 

Jorge Coppola, psiquiatra y secretario de la Sociedad Argentina de Psicotrauma, coincide con la opinión anterior y afirma: “Tal vez en la Argentina las cifras de personas que padecen de síndrome de burnout sean superiores a otras partes del mundo por la falta de empleo. Así, las personas se encuentran cumpliendo actividades que no son las de su agrado. Esto refuerza la ansiedad”. 

¿En qué consiste el tratamiento? “Por un lado, cuando es necesario, el enfoque psicofarmacológico con antidepresivos, y por otro, la psicoterapia”, precisa Coppola. 

“En la Argentina –agrega– la inestabilidad social es un factor de estrés muy importante. Debemos considerar la inseguridad cotidiana, los piquetes y los paros sorpresa, elementos que convierten la salida a la calle en una aventura de incertidumbre.” 

Según la Comisión Europea de de Empleo y Asuntos Sociales, el estrés relacionado con el trabajo, sus causas y sus consecuencias son muy frecuentes en los Estados de la Unión Europea. Más de la mitad de los 147 millones de trabajadores afirma que trabajan a altas velocidades y con plazos ajustados. Y la situación empeora: más de un tercio no puede ejercer ninguna influencia en el orden de las tareas, y más de un cuarto no puede decidir sobre su ritmo de trabajo. 

Se estima que estas situaciones contribuyen con las actuales manifestaciones de enfermedad: el 13% de los trabajadores se queja de dolores de cabeza; un 17%. de dolores musculares; un 20% de fatiga; un 28%, de estrés, y un 30%, de dolor de espalda. 



Autor: Sofía Corral 



Algunos consejos para prevenirlo:

§      Evitar infusiones como café, bebidas cola, mate o té porque aumentan la actividad corporal. 

§     Realizar deportes. La práctica moderada de algún deporte o ejercicio físico ayuda a relajarse.

§   Dos o tres veces al día realizar ejercicios de estiramiento muscular o elongación. Movilizar cuello, hombros, brazos, columna y piernas.

§  Es importante la organización del tiempo y de las actividades. Establecer horarios es fundamental para poder descansar, no estar preocupados, no sufrir continuos sobresaltos y olvidos importantes.

§    Fomentar los cambios de hábitos que perjudican.

§    No dejar pasar los problemas: afrontarlos de una manera más activa o más pasiva, pero decidiendo qué es lo mejor en cada caso.


Fuente: www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/suplementos/empleos/nota.asp?nota_id=969155